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«Gonzalo y yo nos conocimos en el trabajo. Solo éramos compañeros, yo apenas sabía de su vida ni él de la mía. A los dos años, él me comunicó que se iba para no volver, quería hacer lo que siempre le gustó, ser corresponsal de guerra y para ello se iba a vivir Rabat (Marruecos) como campamento base para luego viajar y cubrir conflictos.
Los días antes de su marcha quedábamos para tomar algo y ahí fue cuando nos enamoramos sin apenas darnos cuenta y sabiendo que quizás nunca nos volveríamos a ver. En su andadura por países de Oriente Próximo nunca dejó de escribirme. Fue pasando el tiempo y esta relación se fraguó sola sin que ninguno de nosotros quisiéramos, pero nuestros corazones mandaban. Así que durante un año y medio fue una relación a distancia, excepto cuando me daba alguna que otra sorpresa y se presentaba en mi casa, en algún bar donde estaba con mis amigas, en el trabajo… o yo iba a verlo a Rabat.
¡Cada reencuentro era una explosión de amor!
Pasó el tiempo y Gonzalo decidió tener un nuevo campamento base en Sevilla. Hasta que un día de agosto de 2013 me comunica que le han ofrecido un súper trabajo en Moscú pero que solo se iría si yo me iba con él… ¡Cómo no iba a ir con el amor de mi vida! Un día antes de partir, entré en la casa y allí me esperaba Gonzalo con una canción maravillosa a todo volumen, “In a Little While” de U2, una comida preparada por él, vino, un anillo de Freyville de oro y la muestra de un cuadro de Gustav Klimt.
Como podéis imaginar dije Sí Quiero.»
«Fue muy dura mi nueva vida en Moscú, todo tan diferente… y además tenía que preparar la boda desde allí.
Antes de marcharme decidí dejar haciéndose el traje… La elección fue fácil con Fernando Claro Costura, no solamente porque me parece una maravilla cada cosa que hacen, sino por su profesionalidad, por su gran experiencia en novias y, por supuesto, por mi hermana Cristina. Ella trabaja en el departamento creativo de Fernando y sabe sacar lo mejor de cada mujer, tiene un gran sentido de la belleza y sabe cómo hacer que algo sea especial, y además ella me conoce mejor que nadie… Todo el equipo de costura y patronaje hicieron posible el traje de mi vida, compuesto por un crep de seda, tul de seda, encaje bordado con lamé y piedras de Swarovski.»
«La diadema de flores que llevaba en la cabeza fue regalo de mi hermana, también diseño de la firma. Beatriz Claro me regaló los zapatos de la marca Primichi – París. Llevaba unos pendientes pequeños de mi madre que se los regalaron al nacer de brillantes y oro blanco y me puse un anillo en el dedo índice que mi tía Regla había heredado recubierto de brillantes y oro.
El maquillaje y la peluquería fue por cortesía del gran Quino Amador, maestro donde los haya, y esa maravillosa trenza me la hizo mi peluquera Mercedes Fernández Matute que es la que mejor me entiende a mi y a toda mi familia. El ramo de novia me lo regaló mi amiga Raquel y lo hicimos en Cartamo, así como también las diademas de flores de las niñas que nos acompañaron en la ceremonia. El último detalle, y no por ello menos importante, fueron las alianzas, regalo de mi prima Marta y su marido Toni de la joyería Chico, en plena calle Tetuán en Sevilla.»
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«Hasta que elegimos el sitio para la celebración nos recorrimos un montón. Al final nos encantó La Alcaidesa. Mis amigas de Algeciras, mi madre y mi suegra me ayudaron con la decoración: la mesa de chuches, los pompones, las flores, la mesa de firmas, etc. Mi tía me hizo una tarta y cupcakes increíblemente ricos. También hicimos los misales y los meseros de flores. Con las amigas de Madrid elegimos las lecturas para la ceremonia y las peticiones.
Además, dimos unos jaboncitos con un olor muy agradable. Casi todas las chicas me han contado que lo han puesto en su armario o en el cajón de la ropita interior y que aún huele cada vez que lo abren. También regalamos un alfiler de perla blanca, es un detalle que quería tener porque me parece una tradición de origen andaluz muy bonita. La novia se lo tiene que colocar a las chicas solteras con el adorno hacia abajo. Si a lo largo de la boda lo pierden, significa que encontrarán novio y que se van a casar. Más de una dio muchos saltos para ver si se le caía… A las casadas se lo puse con el adorno hacia arriba para que no lo perdieran.»
«Sobre el baile, os cuento que Jose y yo bailamos un poco mal juntos, entonces queríamos aprender a coordinarnos un poco mejor, no pisarnos y que fuéramos al compás de la música. El vals nos gustaba y, además, no era demasiado rápido y el profesor nos animó mucho a que escogiéramos ese. Dimos 4 clases y luego estuvimos ensayando la semana antes de la boda en los ratitos que podíamos. La única que vio el ensayo fue mi madre dos noches antes de la boda en la terraza de mi casa porque Jose quería que nos diera su opinión. Mi madre dice que es uno de los recuerdos más bonitos y entrañables que tiene de los días previos a la boda y se emocionó mucho.»